Uno de los empleados del Teatro había traído a Lucien, por petición de Eira, a un cuarto simple, había una cama de nogal con un edredón azul claro y un par de almohadas en con fundas que combinaban con el edredón, el olor a lavanda fresca inundaba el cuarto, demostrando que todo había sido lavado recientemente. Al lado de la cama había una mesa de noche igualmente de nogal sobre la que descansaba una lámpara de noche.
Justo al lado de la puerta, un armario de nogal de dos puertas saludaba a aquellos que entrarán. La manija era fría al tacto, al abrirla las bisagras rechinaron con un agudo sonido, dentro, había varias prendas, Eira le había dicho a Lucien que eran un regalo para que se cambiara y no tuviera que andar por ahí con ropas rotas, ensangrentadas y sudadas. Aunque él personalmente no entendía el problema con las ropas sangrientas y llenas de sudor, entendía que era un invitado y prefería respetar las peticiones del anfitrión.
Lucien uso el switch en la pared para encender la luz, una luz cálida ilumo el lugar, dio un largo suspiro, se quitó la ropa que tenía puesta y la arrojó a una esquina del cuarto. En la espalda de Lucien un tatuaje de un lobo aullando se observa, encima de este, otro tatuaje de un insecto que se asemejaba a Nymeria, esta era la representación física de los Djinn que contenía su ser, en la piel de todos los Tejedores se encontraba la marca y muestra del poder que ostentaban, por eso, muchos decidian hacerse más tatuajes, una manera simple de enga?ar a sus oponentes.
El frío golpeó el cuerpo desnudo de Lucien, la calavera de Elara lo observa desde arriba del armario. Un susurro suave, casi inaudible. “Los jardines eventualmente florecen si les das la oportunidad, incluso si algunas de las raíces están podridas”. Una frase que su madre solía decir, una frase que avivó los recuerdos del frío de la mesa y los instrumentos quirúrgicos se le vinieron a la mente. El frío que lo abrazaba esa noche era bastante similar al frío que sentía sobre esa mesa, cerró sus ojos y tomo un profundo respiro. El problema de los Tejedores: los recuerdos; ya fuera que los inundaban forzandolos a revivir los dolores del pasado, o, que los abandonaran, perdiendo las felicidades del pasado.
Lucien distendió la cama con cuidado revelando las sabanas blancas bajo el edredón, se sentó en la cama y observó su ropa en una esquina llena de sangre y sudor. “Supongo que lo único que ha cambiado es que ya no son solo vendas” se dijo a sí mismo. Luego se acosto, las sábanas eran suaves, se sentían bien y en el cálido abrazo de la cama, Lucien, por fin, pudo descansar.
…
Eira se encontraba en su oficina, ahora que esta había vuelto a la normalidad, el calor había vuelto, sentada en su silla de terciopelo rojo observaba las plantas que emitían un olor dulce. “Ma?ana tengo que convencerlo” dijo mientras se recostaba en la silla, su vestido estaba roto y las escamas en su piel aún no desaparecían, un costo palpable de haber usado sus poderes, ver su piel escamada era algo que detestaba, pero la sensación suave del terciopelo y el olor dulce le recordaban que estaba en su lugar seguro. “Por qué me pidió que probara a Lucien?” Se cuestionó recordando que hace unos días una mujer especial entró en el Teatro.
Un cabello negro con destellos azules, corto hasta los hombros en la parte de atras y largo en la parte de la delantera le aban un aire de misterio, unos ojos azules con tonos grises profundos junto con una piel de porcelana acompa?ada de un rostro con rasgos delicados y un labial azul hacían que fuera imposible no notarla. Un vestido azul oscuro hasta el suelo dejaba ver los múltiples tatuajes que cubrían su cuerpo. Con movimientos ágiles y elegantes se acercó a la barra. “Hola, busco a Eira Moss”.
-La jefa está ocupada -El bartender respondió-. Pero si quieres te puedo dar un trago de parte de la casa. -Hipnotizado tanto por la apariencia como por el dulce aroma a miel y vainilla que dominaba sus sentidos en el momento.
Una tierna sonrisa se dibujó en el rostro de la mujer, su cabeza se inclinó un poco a la derecha y sus ojos se entrecerraron. -Muchas gracias por el gesto, pero si le dices que estoy aquí estoy segura hará tiempo para mi.
Los ojos del Bartender se abrieron, sus cejas se levantaron y su boca se abrió intentando encontrar una respuesta adecuada a la demanda de la mujer, un intento que resultó fútil. -Ya le aviso a la jefa -dijo mientras sacaba su teléfono y enviaba el texto avisando a Eira que había alguien buscándola en la entrada-. Y quién le dice a la jefa que la está buscando?.
-La cascada -La mujer respondió sin decir más.
El Bartender levantó su ceja, pero después de la última respuesta prefirió centrarse en enviar el mensaje de texto. -Listo -Dijo finalmente-. Texto enviado, ahora esperemos -Puso el celular sobre la mesa esperando respuesta.
-Brmmm.
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El claro sonido de un celular que vibraba sobre una superficie llamó la atención de ambos.
-Creo que ya te respondió -La mujer dijo entre risas antes de abrirse paso como si conociera el lugar de toda la vida. El Bartender no se atrevió a intentar detenerla, le permitió continuar mientras revisaba lo que decía la pantalla de su celular. -Que siga.
La mujer camino confiada por los corredores del Teatro, las luces y sombras se movían como si estuvieran haciendo paso para que pasara un gobernante. Entre más se acercaba a la oficina de Eira el olor a agua de mar se intensificaba, el sonido de la música se hacía cada vez más fuerte. -Estas con uno de tus juguetes? -Susurro.
Al llegar a la oficina entró sin siquiera tocar, las plantas del interior de la oficina se contrajeron, casi como si estuvieran haciendo una reverencia. Sobre el escritorio Eira estaba semi desnuda solo cubierta por un vestido de seda transparente adherido a su piel sudorosa. -?No podías esperar unos minutos? -Le pregunto a la mujer.
La mujer continuó avanzando, tomó una de las sillas y se sentó. -No, no podía, conoces perfectamente mi situación y esto es demasiado importante como para aplazarlo.
Eira se quedó mirando a la mujer, luego se incorporó y se sentó, detrás del escritorio dos jóvenes se levantaron y se fueron apresurados, aun cargando sus ropas. La mujer observó a Eira y se rio. -Aún no entiendo porque haces esto.
-Nunca has escuchado la melodia del sexo? Es de las mejores, los cuerpos bailando, tocándose como instrumentos -Un suspiro escapó de los labios de Eira-. Te la recomiendo.
-Por supuesto que he tenido sexo en mi vida Eira, pero, tengo otras preocupaciones -La mujer se inclino al frente, sus largas u?as pintadas de negro aru?aron la silla, glifos de tinta aparecieron crepitando por la silla-. Mi querido hermanito va a venir pronto y necesito que me hagas varios favores cuando esté aquí.
-?De qué hablas Lyra? -Eira instintivamente retrocedió al ver los glifos brillantes que poco a poco se expandian por todo el cuarto-. ?Tu hermano? ?El mismo que siempre has dicho es un fundador honorífico de los Cantosuelos?
-El mismo, aunque no canta ni baila -Lyra puso sus manos en su rostro una sonrisa tierna como Eira nunca había visto se dibujó en su rostro-. Es hora de comprobar que ha hecho todo este tiempo, y para eso necesito tu ayuda….
-Antes de eso tengo otras preocupaciones Lyra, muchos de los nuestros han estado desapareciendo -Eira logró recobrar su compostura-. No tengo tiempo para jugar con tu hermanito, por mucho que tu lo quieras para nosotros es un completo extra?o.
-Pídele ayuda -La voz de Lyra retumbó en el cuarto, sonando como si usara un megáfono-. Si Luci ha crecido como creo que lo ha hecho, él es precisamente la solución que buscas, y si no me crees, pruebalo. -Los labios y ojos de Lyra emitían un brillo espectral al hablar.
-No puedo apostar la vida de los nuestros en algo tan inseguro -La voz de Eira se escuchaba débil, cansada-. No tengo forma de saber si nos podrá ayudar y sin eso, no puedo gastar mi tiempo con él. -Eira observó la reacción de Lyra, cuando se trataba de Lucien era difícil saber cómo reaccionaría.
-Si falla entonces comunicate conmigo por los canales usuales, yo te ayudaré -El rostro de Lyra permaneció con la misma expresión estoica. La temperatura del cuarto disminuyó, las plantas se encogieron y el terciopelo torno de una tonalidad azul-. ?Te parece un trato justo? -El ambiente reaccionó al tono amenazante de Lyra.
El frío se abrió paso por el ser de Eira, más allá de su vestido, su piel, sus músculos y llegando hasta sus huesos, estremeciendo todo su ser. -Si… -Respondió con voz temblorosa.
-Perfecto -La sonrisa en el rostro de Lyra vino acompa?ada un olor dulce que llenó el cuarto, junto con ese aroma una sensación cálida que hizo que todo se sintiera bien nuevamente, como si el mundo respondiese ante su felicidad-. Esto es lo que necesito que hagas… -Lyra en ese momento procedió a explicarle detalladamente a Eira lo que necesitaba que hiciera. y como lo necesitaba, con ese fin, le entregó a Eira una peque?a caja musical, fría al tacto, con un cierto olor a óxido y con glifos inscritos que brillaban con un brillo azul.
Eira se agarraba la cabeza con las manos mientras repetía una y otra vez: -Es una completa locura.
-Qué cosa? -Lyra se revisaba las u?as con tranquilidad.
Eira golpeó el escritorio con sus manos. -Esta prueba, es una sentencia de muerte -El nivel de su voz se incrementó-. O pasa o se muere.
-Va a pasar -Lyra respondió, el peso de sus palabras se hizo palpable..
-Y tenías razón -El dulce aroma de las plantas, la sensación del terciopelo, lo único diferente de su oficina a ese momento eran las marcas de que la prueba se había llevado a cabo-. Es otro monstruo como tú.
Eira se levantó de su silla, se acercó a una de las paredes, donde un peque?o cabinet estaba oculto tras las enredaderas de múltiples plantas. Eira estiró su mano para abrirla, primero presionar una parte para revelar una especie de manija de madera simple, se sentía áspera al tacto, una sensación que se sentía incómoda combinada con las escamas que aún no desaparecían.
El sonido metálico de las bisagras le indicaba a Eira que era hora de aceitarlas, pero de momento no tenía ni la cabeza ni la energía para hacerlo. Luego de abrir la puerta, observo con cuidado el interior, el cual se encontraba dividido en dos niveles, en la parte superior varias fotografías y papeles acomodados cuidadosamente descansaban, en la parte inferior una botella de algún líquido justo al lado de una pintura.
Eira acarició la pintura. -Al menos aún no te olvido -Las lágrimas cayeron por su mejilla, rápidamente cerró la puerta, el chirrido metálico se escuchó más fuerte, el olor dulce que llenaba su oficina hasta hace poco desapareció y fue reemplazado por un olor a humedad y podrido. El precio de haber usado sus poderes durante la prueba se acercaba, y ella no podía evitar preguntarse, qué sería esta vez, reviviría una vez más ese momento? O acaso olvidaría algo importante?
-Ma?ana tengo que asegurarme que acepte -Eira susurro mientras salía de su oficina-. Pero por ahora debo descansar.